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La ayuda

La ex-pulpina narra su historia personal con su 'empleada' de su niñez en Lima.

You is kind, you is smart, you is important.

Aibileen Clark (ficcional)

Publicado: 2016-11-22

Hoy día vi la película ‘The Help’ (Historias Cruzadas, en castellano) por la milésima vez, y por la milésima vez me doy cuenta de cómo se parece tanto la situación de empleadas en Lima tal como era en el sur de los Estados Unidos en los años 50-60.

Me puse a llorar.

Me acorde de Marita, mi empleada. Sentí lo mismo como la protagonista en la película, Skeeter, se sentía al pensar en ella – ella me crio.

No piensen mal de mí mamá, ella si estaba ahí. Pero Marita estuvo ahí en los mejores y en los peores momentos de mi niñez.

Cuando mi papá me pegaba, por cualquier malcriadez minúscula, yo lloraba por horas y horas. Mi mama no se acercaba a mí con miedo que yo le iba a gritar por no apoyarme o por simplemente evitar mostrar a mi papa que estaba contra él. Pero Marita, mi ángel de la guardia, era la única que podía acercarse a mí. Sabía que me escondía en mi closet, mi lugar secreto y seguro. Me agarraba, me abrazaba y me decía que mañana era un día nuevo. Que aunque yo creía que mis papas me odiaban, que ella me quería con todo su corazón y un día me daría cuenta que mis papas de veras me aprecian.

Marita me crío y me amó - y yo la amé de vuelta.

Marita me contaba de su vida en Amazonas. Que trabajaba en Lima para enviar dinero de vuelta a su familia allá, que lo necesitaban desesperadamente porque su papa siempre estaba enfermo. En los pocos días que tenía libre durante las vacaciones de Navidad, regresaba a su tierra natal. Pero regresaba antes de año nuevo para ayudar a mis papas con los preparativos de la cena de media noche.

Me sentía horrible al verla trabajar mientras que su familia la perdía otra vez solo para que ella este sirviendo el pavo a toda mi familia, cada año por 19 años.

Me puse a pensar, ¿a todos le pasan lo mismo?

Tengo amigas que tienen a sus empleadas desde que nacieron, como yo. Y también las aman como familia. Comen su comida, duermen en sus camas hechas por tales, usan la ropa que ellas lavan a mano y planchan etc. Pero cuando estamos en privado, entre nosotras mismas, empiezan los ‘choleos’. ‘Chola’ esta, ‘cholo’ este:

- Pero, shhhh chicas, que no escuche Josy que está en el cuarto de al costado planchando.

¿Acaso el insulto era para ella? ¿No es una de nosotras? La diferencia social y ‘racial’ es terrible en Lima.

No: la diferencia social y ‘racial’ es horrible EN TODO EL PERU.

Esta tradición de la clase media y alta es una vergüenza nacional. Y todavía que no somos lo suficientemente independiente para no tener empleada y hasta en algunos casos, chofer también.

Ellas nos crían, nos agarran de la mano, nos dan de comer, nos cuidan; secretamente, sin que mama sepa, nos dan 50 céntimos de su propio bolsillo para que vayamos a la tiendita de la esquina a comprar un paquete de chistris.

Si tienes empleada, abrázala, trátenla decentemente como un humano más. No es nadie inferior a ti, carajo. Dile que la aprecias demasiado, que tu ser pulpín estaría demasiado perdido sin ella.

Pero ese no es el punto de esta columna. La existencia prolongada de las empleadas en la sociedad peruana es un recordatorio que este país todavía no ha dejado en el olvido algunos elementos de los tiempos coloniales. Irónicamente, va con mi idea que esta sociedad alta y ridícula todavía no es completamente independiente .

El día de la independencia pulpín será el día que todos pueden limpiarse el poto solos.


Escrito por

Ex Pulpina

Recién salida de rehabilitación pulpina. 5 años sobria.


Publicado en

Memorias de una ex-pulpina

Críada en la sociedad alta de Lima, esta muchacha anónima relata sus experiencias creciendo entre los más 'afortunados' del país.